Vaya, he leído muchísimos balances de año por ahí. Y por supuesto tenía que hacer el mío, para socializar mis desgracias y mis alegrías también...
El 2005 fue un año especial. Solitario. De profundas penas que se arrastraban desde el 2004...
En el 2005:
- Me cambié de casa 3 veces
- Me cambié de ciudad una vez
- Cambiaron mis compañeros y mis calles
- Empecé a escribir un nuevo trabajo en poesía
- Ví amigos que no veía hace años y se curaron algunas heridas
- Murió mi abuela querídisima
- Mi hermana mayor encontró un excelente novio
- Empecé a leer 2666 de Bolaño
- Mi hermana menor pinta mejor que en el 2004
- Mi hermana mayor encontró trabajo en un colegio pobre y peligroso, pero igual le gusta.
- Mi hermano menor tuvo una crisis existencial y se escondió en un cerro durante un día...
Siento el 2005 como un año de crisis y de quiebre... habrá que cosechar el 2006...
Feliz Año...
27.12.05
19.12.05
Vos lo sabés, guitarra negra...
Llegó llamándola "belleza infantil de ingeniería".
Llegó hablándole a través de Zitarrosa.
Llegó recitándole "Guitarra Negra" y le decía, en voz baja y con los ojos entrecerrados...
"...vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra..."
Le llamaba guitarra negra cada vez que un desprecio de ella lo atravesaba.
"La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente... Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la cudad de hierro, ni nacida para eso, sino que era mariposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente... Buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento..."
Le llamaba mariposa cada vez que ella batía sus alas para escapar. Pero la cegaba la luz y se quedaba a su lado.
"Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya bebida... Eso no es tan triste... Triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda..."
Porque la mariposa nace y no aprende nada...
"Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe... cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes... hasta morir también... Tal vez un día... De soledad y rabia... De ternura... O de algún violento amor: de amor... sin duda"
De amor sin duda... le respondió ella.
(textos en negro de Alfredo Zitarrosa)
Nostalgia de fin de año debe ser esto...
Llegó hablándole a través de Zitarrosa.
Llegó recitándole "Guitarra Negra" y le decía, en voz baja y con los ojos entrecerrados...
"...vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra..."
Le llamaba guitarra negra cada vez que un desprecio de ella lo atravesaba.
"La mariposa viene hacia mí en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente... Y yo vi que no era a mí a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la cudad de hierro, ni nacida para eso, sino que era mariposa nada más, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente... Buscando en ese bailar loco y frágil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento..."
Le llamaba mariposa cada vez que ella batía sus alas para escapar. Pero la cegaba la luz y se quedaba a su lado.
"Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya bebida... Eso no es tan triste... Triste es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda..."
Porque la mariposa nace y no aprende nada...
"Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe... cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes... hasta morir también... Tal vez un día... De soledad y rabia... De ternura... O de algún violento amor: de amor... sin duda"
De amor sin duda... le respondió ella.
(textos en negro de Alfredo Zitarrosa)
Nostalgia de fin de año debe ser esto...
6.12.05
Unos ojos
Si mis condiciones de vida fuesen las mismas de hoy, pero si hubiese nacido hace 50 años, estaría ciega.
Si no existieran los lentes de contacto, hoy no vería casi nada. Sólo formas, colores, algunas manchas, un vida borrosa por delante.
¿Cómo soñaría? ¿Alguien sabe cómo sueñan los ciegos de nacimiento?
Hace años con un grupo de amigas y mi hermana, estuvimos visitando a un grupo de familias que vivían en un cerro, por allá por Las Condes o por ahí, en esos lugares que no he tenido necesidad de visitar en mi vida, realidades tan diferentes a la mía.
Allí, en medio de la opulencia, de casas con piscina, de pequeñas fortalezas que defienden su dinero de los pobres, vivía un grupo de seres humanos, encumbrados en el cerro.
Los padres trabajaban como recolectores de basura. Les traían galletas que encontraban en el basura y eso nos ofrecían, en un acto de desprendimiento sincero.
Lo había olvidado. Había olvidado a Luchito, el pequeño que tenía los ojos enfermos, que no había ido a la escuela, que se reía inocente y jugaba en el cerro.
Hay ocasiones en que me gustaría haber nacido hace cincuenta, cien años, y que no existieran los lentes de contacto ni las operaciones y quedarme sin ver ciertas cosas que pasan. Y que duelen mucho.
Si no existieran los lentes de contacto, hoy no vería casi nada. Sólo formas, colores, algunas manchas, un vida borrosa por delante.
¿Cómo soñaría? ¿Alguien sabe cómo sueñan los ciegos de nacimiento?
Hace años con un grupo de amigas y mi hermana, estuvimos visitando a un grupo de familias que vivían en un cerro, por allá por Las Condes o por ahí, en esos lugares que no he tenido necesidad de visitar en mi vida, realidades tan diferentes a la mía.
Allí, en medio de la opulencia, de casas con piscina, de pequeñas fortalezas que defienden su dinero de los pobres, vivía un grupo de seres humanos, encumbrados en el cerro.
Los padres trabajaban como recolectores de basura. Les traían galletas que encontraban en el basura y eso nos ofrecían, en un acto de desprendimiento sincero.
Lo había olvidado. Había olvidado a Luchito, el pequeño que tenía los ojos enfermos, que no había ido a la escuela, que se reía inocente y jugaba en el cerro.
Hay ocasiones en que me gustaría haber nacido hace cincuenta, cien años, y que no existieran los lentes de contacto ni las operaciones y quedarme sin ver ciertas cosas que pasan. Y que duelen mucho.
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