27.11.05
Lo que el viento se llevará
La señorita de la pintura es mi hermana, más bien el auorretrato de mi hermana... en la red hay algunos de sus trabajos, pueden verlos y opinar... la trato de convencer para que haga su blog, pero aún no se convence y mira como de reojo esta cosa.
Bien... en Chiloé continúa el viento y la lluvia. Carlos Millán no aparece aún, nada se sabe de él. Estamos con una campaña de firmas para que la BRICRIM de Santiago investigue en Valdivia y lo encuentren de una vez. Si ustedes están en la Región y pueden apoyar a la familia, háganlo.
En Radio Estrella del Mar estamos con el corazón apretado. Todo Chiloé También.
En otro tema, como dicen los colegas de la prensa. Esta semana tuvimos debate senatorial. Sergio Páez (DC) contra Camilo Escalona (PS). Según un muestreo nada científico y muy arbitrario y con una representatividad nula, Escalona ganó el debate. Pero creo que el muestreo tiene algo de valor, porque fue hecho en colectivos y micros, que es donde viaja el poblador medio, como yo...
Semanas de dolor, de política y de viento, mucho viento... a ver si el viento se lleva esa cantidad absurda de carteles horribles que "decoran" las veredas (menos mal que no son carteles parlantes como en la franja)
Esta semana, un coro de niños no videntes recorre la Isla Grande para mostrarnos su excelente trabajo y estoy muy feliz de poder apoyarlos con mi escaso tiempo... en fin, tanto que hacer y el día tiene poquísimas horas...
Y es cierto que Chiloé es bello y mágico y todo eso, pero de vez en cuando uno puede echar de menos lo horrible y poco mágico de Santiago... Creo que los lugares valen por los afectos, a veces, más que por la belleza escénica que, recordemos, no se ve con el corazón...
18.11.05
Escapar de la aldea
En Chiloé se espera el verano. En realidad se espera la primavera... porque parecemos atrapados en un mal cuento en que la lluvia siempre es el telón de fondo. Su dulce sonido, su golpeteo rítmico sobre el zinc o las tejuelas, el viento ensordecedor... la almohada sobre la cabeza.
Es curioso vivir siempre acompañados de la lluvia. Si yo hubiese vivido siempre aquí, llevaría la lluvia como un llavero, como una de esas cosas que necesitamos para poder funcionar diariamente, como los zapatos, los lápices, los chocolates.
A pesar de eso, los "nativos" siempre reclaman contra la lluvia. No salen a la calle porque está lloviendo, se suspenden actividades porque está lloviendo, y así la lluvia parece una excusa para quedarse en sus casas al lado de la estufa de leña...
Bien. Es una forma de vivir. No hay cine, es cierto, pero pareciera que nadie lo extraña. Tampoco buenas librerías, disquerías... pero parece no importar.
Y quizás realmente no importa. Ir caminando a almorzar a tu casa, conocer a la mitad de las personas que ves en la calle y que no te sacan el hombro con empujones. Bah, una tontería quizás, pero nadie está preocupado de todas esas cosas accesorias que a mi me desesperan.
Miran con curiosidad mis tallarines verdes con crema y champiñones. Se ríen porque escucho a Leo Maslíah y radioblogs y otras cosillas. No puedo abstraerme de todo lo que pasa allá en Santiago, pero acá se pasean felices de la vida, sólo preocupados de lo que le ocurre a la familia y a los vecinos...
La aldea. La curiosa sensación de que el mundo se te hace pequeño, te asfixia... y que te hace sentir desnudo, porque no puedes disfrazarte con todas las cosas, hobbies y actividades accesorias que tienes en la ciudad. Te sientes de nuevo como nuestros padres, que se entretenían con una piedra o un pedazo de madera.
Te sientes una isla dentro de esta isla.
Es curioso vivir siempre acompañados de la lluvia. Si yo hubiese vivido siempre aquí, llevaría la lluvia como un llavero, como una de esas cosas que necesitamos para poder funcionar diariamente, como los zapatos, los lápices, los chocolates.
A pesar de eso, los "nativos" siempre reclaman contra la lluvia. No salen a la calle porque está lloviendo, se suspenden actividades porque está lloviendo, y así la lluvia parece una excusa para quedarse en sus casas al lado de la estufa de leña...
Bien. Es una forma de vivir. No hay cine, es cierto, pero pareciera que nadie lo extraña. Tampoco buenas librerías, disquerías... pero parece no importar.
Y quizás realmente no importa. Ir caminando a almorzar a tu casa, conocer a la mitad de las personas que ves en la calle y que no te sacan el hombro con empujones. Bah, una tontería quizás, pero nadie está preocupado de todas esas cosas accesorias que a mi me desesperan.
Miran con curiosidad mis tallarines verdes con crema y champiñones. Se ríen porque escucho a Leo Maslíah y radioblogs y otras cosillas. No puedo abstraerme de todo lo que pasa allá en Santiago, pero acá se pasean felices de la vida, sólo preocupados de lo que le ocurre a la familia y a los vecinos...
La aldea. La curiosa sensación de que el mundo se te hace pequeño, te asfixia... y que te hace sentir desnudo, porque no puedes disfrazarte con todas las cosas, hobbies y actividades accesorias que tienes en la ciudad. Te sientes de nuevo como nuestros padres, que se entretenían con una piedra o un pedazo de madera.
Te sientes una isla dentro de esta isla.
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