24.10.05

Vida de pájaros



Hay alguien que ha estado pensando durante el último mes: todavía no he madurado.
¿Por qué ha llegado a esa tajante conclusión?
Porque cree que aún vive como un pájaro.

Dice que vive como un pájaro, porque se levanta, come, trabaja, come, se acuesta, duerme, tiene pesadillas, insomnio, a veces un brazo inmóvil le hace despertar de dolor, duerme, añora el calor de otro cuerpo en la cama, come un chocolate, sueña con la pega, sueña con esa sonrisa que le desarma cuyo dueño sabe que le desarma y le intranquiliza el alma... se despierta, se levanta (en esta parte no podemos omitir los gruñidos de molestia) se viste con lo que encuentra, come, trabaja...

El pájaro en cuestión ha estado preocupado el último tiempo, quizás los últimos tres meses, quizás los últimos seis, pensando en que aún no ha llegado su madurez, preocupación bastante absurda, pero inevitable. Eso, entendiendo que algunos miden la madurez de esta forma

Madurez (es igual a): casa, pareja, convivencia de un par de años levemente exitosa, un trabajo con un sueldo más menos digno y un par de lugares favoritos para el fin de semana... para comer... con las otras parejas que parece que son maduras...

Ergo, el pájaro no se encuentra en ninguno de lo signos de madurez. Aunque le encantaría estar en varios de ellos, sino en todos.

Luego, hace unos días, alguien le comenta: "si no estás embarcado en ninguno de esos proyectos, debe ser que aún no los necesitas, porque si los necesitaras... estarías de cabeza tratando de conseguirlo".

Cierto. El pájaro vuelve a su alpiste y algo melancólico asiente varias veces.

19.10.05

Uno de Juan Gelman...


qué lindos tus ojos
y más la mirada de tus ojos
y más el aire de tus ojos cuando miran lejos
en el aire estuve buscando:

la lámpara de tu sangre
sangre de tu sombra
tu sombra
sobre mi corazón

12.10.05

No queremos más desaparecidos...



Carlos Millán Cárdenas fue visto hace diez días en una cancha de fútbol en Valdivia. Luego, se perdió su rastro de una forma similar a la de tantos desaparecidos de esta época. Simplemente nadie lo ha visto. Ninguna pista. Dolor en el archipiélago de Chiloé.

A veces pareciera que el espíritu solidario y de minga es sólo un mito, comparable a los tantos que existen en esta tierra. Pero desde que supimos la noticia, cientos de chilotes y afuerinos (como yo) nos hemos unido a cadenas de oración, los más creyentes, a colectas para financiar la búsqueda y otros simplemente siguen angustiados las informaciones.

Carlos es un joven estudiante de turismo de la Universidad Austral de Chile. Sólo 22 años. Incertidumbre. Angustia.

Muchos son los jóvenes chilotes que hoy estudian fuera de su isla. Y seguro que sus teléfonos han sonado todos estos días, porque no sólo los padres de Carlos Millán están angustiados. Parece que todos fuéramos parte de su familia.

Ahora, lejos de Valdivia, sólo queda rezar y colaborar. Veremos qué pasa. Y si tú puedes, cada día a las 19:00 acompáñanos en la oración o simplemente acompaña a la familia en este momento, que nadie quisiera para sí mismo.

Carlos: esperamos que no seas tú el próximo caso misterioso de desaparecidos. Y para eso hay que tener fe.

3.10.05

Rodar y Rodar...


Es extraño el regreso luego de una breve temporada fuera. Y digo que es extraño porque regreso a un lugar que no es mi ciudad de origen, luego de unos días en mi ciudad de origen que ahora es mi ciudad para las vacaciones.
Cada vez me cuesta más volver, olvidar el calor de la casa materna, esperar para ver a los amigos, a las amigas, a los conocidos o simplemente al mar de rostros ajenos que circulan en Santiago.
Todo es bello por acá, todo es naturaleza, tranquilidad, relajo. Pero hay algo que no me cuadra... aunque todos digan que esto debe ser el paraíso, para mí cada vez más simula una cárcel, un exilio, un regreso obligado a la rutina.
Mi corazón se llena en una ciudad que para muchos es horrenda y para mí es mi querido Santiago. ¿Será la fuerza de la nostalgia? Me siento arraigada a sus calles, a su ruido, a los motores que llenan las calles, al comercio, al desorden, al caos, a las mañanas frías y las tardes espantosamente calurosas.

Una palabra se me queda entonces: volver. A tus brazos otra vez. Y no de un hombre, porque no hay ninguno al cual pueda volver, porque con él nunca nada empezó.

Y así me quedo, pensando en volver...

Una piedra en el camino, me enseñó que mi destino...